Mi tío Lalo, una Leyenda familiar

15 de diciembre de 2006


Como un axioma universal, todos tenemos en nuestras familias algún personaje singular cuyas historias lo han convertido en una leyenda, que evocamos en cada reunión familiar con nostalgia y calidez. En mi caso particular, siempre recuerdo a mi querido tío Lalo, poseedor de una labia y simpatía impresionante, era capaz de afirmarte con total seguridad que habia comido un alfajor de pollo y venderte un buzón sin que te dieras cuenta.
Cuentan que, ya de niño era “terrible”, iba a la escuela obligado por la chancleta de la abuela, en ese entonces, se usaba métodos audiovisuales más persuasivos que las técnicas pedagógicas actuales.
Cierto día, mi tío quien sabe por que motivo y sin quererlo, dejó marcado un precedente para las futuras revueltas estudiantiles, tomó el tintero de su banco y se lo arrojó por la cabeza al maestro, dejando aquel hombre bañado en tinta. A pesar que el docente lo corrió por toda la clase, el tío logró escapar impune por la ventana, terminando así su pasaje por la escuela.
De joven, el tío Lalo tenía su pinta y varias admiradoras, cuenta mi padre que todas las noches, en la ventana del cuarto donde dormían todos los hermanos, un grupo de muchachas se ponía a cantar y pedían que saliera mi tío a reunirse con ellas, este cansado porque no lo dejaban dormir, les dio el gusto, abrió las ventanas de par en par y aferrado a las rejas, desnudo así como vino al mundo, les grito: -“ Locas me quieren, aquí estoy, vengan”- Desde ese día pudo dormir sin que lo molestaran.
A pesar de estar casado, el tío Lalo tenía sus asuntos de polleras por ahí, que siempre se le descubría todo con las consiguientes peleas con mi tía, ella terminaba perdonándolo,hasta más de setenta veces siete creo.
Una vez, golpearon a la puerta de la casa de mi abuela dos mujeres, una adulta y la otra muy joven, preguntando por Ernesto, como se llama mi padre.
Mi abuela extrañada porque esas dos mujeres no eran vendedoras de Biblia y mi padre tampoco era afecto a tal tipo de literatura, les preguntó el interés de hablar con su hijo, temiendo alguna diablura de mi padre.
La mujer adulta indignada se quejó que Ernesto había seducido y engañado a la joven que la acompañaba, “dejándola sin honor”.
Mi abuela retruco, le dijo que eso era imposible, salvo que la señorita prefiriera acostarse con menores, sugirió con ironía.
La mujer roja de rabia, pedía a gritos que Ernesto se hiciera presente para hacerse cargo de esta situación. Entonces, abuela llamó a mi padre y cuando este apareció, la demandante, no lo podía creer, delante de él tenía a un chico de 12 años, que la miraba sin entender nada.
Pero desconfiada como mula tuerta, la mujer acuso a mi abuela de encubrir a ese desgraciado de Ernesto que se había propasado con su mucama.
Tanto griterío atrajo a toda la familia y fue entonces que la joven señalo a uno de los presentes, al grito:-“¡Ese es Ernesto!”
Mi abuela, miro al acusado y luego a las mujeres para contestarles con total desparpajo como era su forma de ser: -“Ah no, ese es mi hijo Lalo, no Ernesto... mire Doña, la joven acá presente es una mujer grande y sabía muy bien lo que hacia. Yo no tengo la culpa que mi hijo Lalo sea un sinvergüenza y su mucama una flojita.”-
Así se supo que el tío para cubrirse, usaba el nombre de mi padre para sus aventuras extramatrimoniales
Sucedió años después que, mi tía y uno de mis primos volvían a su casa, cuando, desde el ómnibus vio estacionada la moto de su esposo frente a un conocido salón de té sobre la avenida Gral. Flores, hoy ya cerrado.
Curiosos e intrigados se bajaron en la parada inmediata y se encaminaron hacía el establecimiento en cuestión, ya que, según la hora, mi tío debería estar trabajando.
Una vez dentro del local, se llevaron una desagradable sorpresa, Lalo estaba conversando muy animadamente con una morocha, estaba tan absorto que no se dio cuenta de la presencia de mis parientes.
-“¿Qué haces acá vos?”- Pregunto mi tía con voz imperativa.
El tío miró a su mujer y a su hijo, lo habían descubierto in fraganti, con las manos en la morocha, entonces apelando a toda su “caradurez”, le dijo a su acompañante: “-Fulanita, te presento a mi cuñada y a mi sobrino”-
Dijo un mozo amigo de mi padre, que, acto seguido volaron sillas, mesas, en medio de un gran griterío que nadie se animó a mediar por temor de ligarse algún carterazo de mi tía.
Me contó un pariente que trabajaba en la mutualista donde toda la familia estaba afiliada que, un día llegó Lalo agarrandose de las paredes, no aguantaba más del lumbago, pedía a gritos un doctor... de inmediato fueron al buscar al médico de emergencia pero cuando este llegó, el tío no estaba, se había ido...el misterio se develó cuando el mismo confesó que, mientras esperaba que llegase el médico se levantó a una mujer que estaba allí esperando ser atendida.
Otra vez, una amante de mi tío, vecina del barrio, se le acercó a mi padre, para pedirle que fueran más comprensivos con mi tío Lalo, que viudo tenia que educar a sus dos hijos, solo... cabe decir que mi tía goza de buena salud hasta el día de hoy. Desde ese día, en el taller lo empezaron a llamar el “viudo alegre”.
También tuvo de amantes a dos mujeres al mismo tiempo, madre e hija y a la vuelta de su casa, mis parientes ni sospechaban que andaba tan cerca haciendo de las suyas el "macho" como también se lo conocía.
Siempre lo recuerdo en su Willys American celeste, cuya bocina era inconfundible, así como sus piropos de grueso calibre que espectaba a cuanta fémina se le atravesase.
Hoy tío Lalo, te convertiste en toda una leyenda familiar, hasta en mi blog estás, ninguno de tus sobrinos hemos igualado tus hazañas por mas que nos hemos esforzado, vos sos inigualable.
Donde quieras que estés, quiero que sepas que te extraño, que no olvido tus ocurrencias, tus locuras y tu cariño, fuiste un TIO con mayúsculas.
Tengo la certeza que al final de los tiempos volveremos a encontrarnos otra vez y para siempre.

3 comentarios:

Mariolo dijo...

La historia del Tío Lalo no tiene desperdicio, una maravilla. No puedo decir que haya uno igual en mi familia, pero sin dudas, el más cercano es mi Tío Morocho (presente en el velatorio de mi madre,para mas datos). hasta hace poco, no si todavía, era unos de los galanes minuanos. Es dificil caminar por Minas con el al lado, uno no logra hacer 10 cuadras en menos de 30 minutos; lo conoce todo el mundo, pero no hay vieja (o no tanto) que no le grite ¡"Samandú"!.
Tuve varios tios en el mismo sendero, un hermano de mi padre y un cuñado (esposo de mi madrina), ahora en los USA.

Ferchu dijo...

Prometo colgar unas fotos del tio que ayer no encontre, ademas el tio era un excelente bailarin de tango, se formaban ruedas en los bailes.
Futbolisticamente era una bestia asesina, experto en fracturar al contrario con solo mirarlo, una cualidad que herede de él je.

Anónimo dijo...

Un maestro el Tio Lalo !! :)