Sobre Castos y otras yerbas....

30 de marzo de 2007

De visita por la feria de Tristan Narvaja, encontré este libro titulado “Higiene Sexual del Soltero” en las ofertas de uno de los tantos puestos de libros. Lo hojeé y el contenido me pareció útil, interesante para usar en charlas de educación sexual, como anecdotario.
Este ejemplar de 1916, escrito por el Dr. Ciro Bayo, empieza con una frase de Eurípides, que da para pensar tanto de quien la dijo, como de quien la cita: “¡Lástima no sea posible a los humanos tener hijos fuera de las mujeres! Así vivirían exentos de males.”
No doctor, dejemos las cosas así como están, para que complicarla, yo estoy muy cómodo con mí panza cervecera y no la cambio por otra, así me ofrezcan las joyas del reina. Me basta con hacer tramites en oficinas publicas que es otra clase de parto, se lo puedo asegurar.
Por lo tanto, si queres tener tu descendencia, vas a tener que conseguirte una mujer de buena familia que te de el primogénito varón, como Dios manda, nada de trucos de ciencia ficción. Pero hoy gracias a los adelantos de la ciencia podes elegir el sexo, es decir asegurarte un varoncito, el seguirá con el linaje familiar, además de cargar con otro montón de pelotudeces que le fuiste cargando convirtiéndolo en carne de diván.
Gracias a tipos como vos, los psicólogos tienen trabajo. Le prometiste al Nono en su lecho de muerte que el apellido seguirías. Y si no queres que la maldición del abuelo te atrape, cásate con la primer mujer fértil que se te cruce, o pedile a Mary Scioli que te consiga una que sea buena, bonita y barata.
No importa que después tengas que andar lidiando con cuatro o cinco mocosos terribles como manifestación de ultrarradicales de izquierda y que tu mujer sea insoportable como baboseada de “porteño”, nadie te quitara el gozo del deber cumplido con la sociedad y la familia. El Doctor Ciro con el Nono, allá en la quinta del ñato brindaran a tu salud.
Si en cambio, no piensas casarte aunque te regalen la luna de miel en Florianópolis, quédate célibe y de regalo obtendrás un plumero para limpiarte las telarañas y el polvo acumulado.
Tras un pormenorizado estudio, Don Ciro, logra clasificar tres clases de célibes; entre los cuales tu puedes elegir. Ah no la tenías esa, viste como acá aprendes cosas que no se dan en facultad, Valor.
Si, hay tres clases de célibes entre nosotros y no lo sabíamos. Está el célibe obligatorio, el voluntario y el forzoso.
En el primer caso, Don Ciro sostiene que tanto el hombre como la mujer deben permanecer castos y puros hasta el matrimonio, pero con un guiño picarón dice que, “El célibe está tácitamente autorizado por la sociedad para procurarse placeres con relaciones femeninas, de la manera que pueda.” Por eso, cuentan cronistas de la epóca que algunos jóvenes desesperados, colgaban en las puertas de sus casas carteles como estos: “Señorita, la virginidad produce cáncer, vacúnese aquí”, “Joven seminarista se ofrece a toda señorita que quiera verle la cara a Dios”, “Chica, adelgaza con nuestra dieta del pollo con papa, aquí, gratuitamente”
¿¿Y las mujeres?? ¡¡Aguantarse!! Cerraditas de piernas, cueste lo que cueste, así tengan que ponerse un candado para aguantar ese 0 a 0 que les permita llegar invictas al altar. “Si se puede, Si se puede” gritaba una chica ante su confundido novio que no sabia si era una invitación o un mantra para no caer en tentación.
Grandes males augura el doctor, aquellas incautas que se entreguen antes de tiempo a los placeres de la carne. Sobre ellas caerá una maldición que las condenaran a vender su carne hasta el fin de sus días o al menos hasta que hagan una buena fortuna y recuperen el titulo nobiliario de “Señora”.
En segundo lugar, tenemos a los continentes voluntarios, como si fuese una especie de sociedad esotérica, los sujetos aquí referidos por fines altruistas o por descarte nomás, decidieron abstenerse y sublimar su sexualidad, tejiendo crochet, memorizando la guía telefónica, haciéndose monje tibetano, o castrándose así mismo para cortar de raíz ese tema molesto de la sexualidad que no lo dejaba cumplir correctamente su voto de castidad.
En otro grupo de la misma familia encontramos al famoso “quiero y no puedo”, individuo que por mantener una imagen ante la sociedad solemne e incorruptible, como estatua de prócer, se abstiene de visitar casas de masajes y declinar invitaciones del sexo opuesto, así sea ir a comer un choripan en el carrito de la esquina, prefiriendo aguantarse a riesgo de sufrir hipertensión o contraer una enfermedad venera, pero generalmente terminan como la gaseosa.
Y sobre la masturbación advierte el Dr. Ciro que es más peligrosa que la pasta base por las secuelas que trae consigo, como neurastenia sexual, impotencia, lesiones cardíacas y pulmonares; cara pálida, mirada perdida, ojeras, manos frías y húmedas. Si un compañero de trabajo tiene estos síntomas, desconfía, es muy seguro que te encuentres frente a una persona mas turbada de que lo puedas imaginar.
Luego vienen los denominados castos part-time, aquí se encuentra la mayoría de los hombres, su situación es parecida a cuando te paras frente al espejo y luego de contemplar tu buzarda colgando, decís, el lunes empiezo a ir al gimnasio, pero apenas salís a la calle sucumbís ante esa torta de chocolate que te grita “comeme papito” desde la vidriera de la panadería....y la carne es débil como el chocolate delicioso...en fin, uno es casto pero no practicante.
Y por último están los castos forzosos, es decir aquellos que son tan feos que duele de verlos, o porque sufrieron algún accidente como agarrarse el pitito con el cierre.
Curiosamente, sitúa en esta clase, a los presos y a los marineros en alta mar, en ambos casos yo creo que el celibato forzoso se refiere más bien aquellas situaciones donde conservar el invicto es bastante dificultoso. A la menor flexión de rodillas puede ser fatal para la victima, provocándole cierta dilatación e inflamación en el músculo más escondido. Con alto riesgo de sufrir recaídas y hasta convertirse crónico.
También, cita a los enfermos en esta colección de célibes sin alternativa. Si estas con 40ª grados de fiebre, lo menos que pensás es en eso, por mas que tengas veinte cajas de Prime, aunque siempre hay una enfermera dispuesta a bajarte la temperatura utilizando métodos no tradicionales, te sorprenderías lo usos alternativos de los guantes cuando no tenes el otro látex a mano.
Bueno, este es una mirada divertida sobre como nuestros abuelos trataban la sexualidad, en aquellos tiempos donde la ciencia empezaba a sacar los prejuicios en este asunto tan importante para todo ser humano que se precie de tal.

2 comentarios:

Mariolo dijo...

MAGISTRAL, SOBERBIO, SUBLIME.
No es gastar en adjetivos hacia Ud, mi querido amigo FER. Me encantó este estupendo analisis, informandome de como pensaban en esa epoca (ahora hay algun refugo de eso) y como lo mezclaste excelentemente con muy buen humor.

No se me ocurre nada mas que GENIAL!.

Unknown dijo...

jajaja, me hiciste acordar a una fotoque vi en internet (y creo esta en el sonado) de los males de la masturbacion en el siglo 15, hace relativamente poco teimpo que se empezaron amatar muchos prejuicios de la sexualidad