MENDIGANDO AMOR

30 de mayo de 2007

Esta nota la escribio mi hermano Italo cuando participabamos activamente en grupos cristianos y fue muy bien recibido en su momento. Ayer volvi a leerlo y me pareció muy interesante compartirlo diez años despues.

Trata de aferrar
Y no de aferrarte,
De disfrutar
Y no de poseer.

El hombre pasa toda su vida envuelto en afectividad, es más, la afectividad es inseparable de él. Cada vez que nos relacionamos con alguien, todo nuestro ser se comunica (cuerpo-mente-espíritu), por lo que la afectividad también esta allí, ya sea para aprobar (¡que bien me cae!) o para desaprobar (¡Que mala onda!).
Pero la afectividad puede estar herida y dominarnos, y en nuestra relación habitual con nuestros familiares o amigos ser ella la que domine.
Exigimos al otro un amor, un amor que seguramente no recibimos en su momento (que generalmente es la niñez) o que tal vez interpretamos que no lo recibimos.
El ejemplo más grotesco es entre esposos, pero también se da entre padres e hijos o amigos.
A veces nos “abrimos” con alguna persona o amigo y esta nos puede comprender y ayudar, simpatizar con nosotros, y como nos comprendió y ayudó algunas veces, le empezamos a exigir, “porque vos sos mi amigo/a, tenes que hacer esto o aquello”, como si fuera lo más normal.
Generalmente no somos muy conciente de ello, buscamos el afecto en los demás y cuando nos damos cuenta de ello intentamos remediarlo, sanar ese afecto, pero nada sucede, porque no vemos la raíz, que es una falta de cariño en nuestros primeros años de vida; tal vez padres muy autoritarios o padres que no supieron expresar sus sentimientos de amor a sus hijos porque ellos a su vez, no lo recibieron de sus padres.
También están aquellos que al darse cuenta de su afectividad herida optan por negar tal situación y cortar el vinculo con el amigo para buscar otro...
Pero ni siquiera disfrutamos del amor que nos pueda brindar el otro, porque estamos a la expectativa de que ese amor pueda escaparse, irse, entonces lo “celamos”, estamos atentos a cada palabra, a cada gesto, a cada actitud que el otro toma e interpretarla como que no me acepta, no me quiere...
Se puede pensar que esto no ocurre, que no es tan así, pero si afinamos un poco el calibre, nos daremos cuenta que en todos los grupos y lugares siempre hay gente que está exigiendo, implorando que se repare en ellos, que se los comprenda, que se los ame. Individualizamos talvez, al que tiene el “problema” con el que más síntomas presenta, pero si seguimos afinando nos daremos cuenta de que son muchos los que están heridos en su afecto.
En el momento de nuestra creación el alfarero (DIOS), depositó en nosotros, en estas vasijas de barro, un gran amor, heridas y programaciones nos han hecho “olvidar” nuestro tesoro, y así andamos, buscando fuera, en los demás, lo que llevamos dentro.
Y es aquí donde entra la sanidad interior, la solución no es eliminar el afecto herido, sino rastrear la raíz de esa herida, y allí si, darle permiso al ser superior a que entre en escena y nos sane.
Hasta que no nos demos cuenta de que el amor esta dentro de nosotros, que no necesitamos del amor del otro para ser felices, estaremos mendigando amor.
¡ Despierta, felicidad eres tu!

EL PAGANI ZONDA: LA EXCELENCIA SOBRE RUEDAS

21 de mayo de 2007






Fue a traves de un programa de automoviles de vanguardia que descubrí esta joya que no le tiene nada que envidiar a una Ferrari. En este exquisito vehiculo se unieron lo mejor de la tecnologia, un fino diseño y la potencia de un formula-1. Fue tan grata mi impresión que ya es parte de mis sueños, el poder conducirlo algún dia. Consegui los datos tecnicos y las fotos para compartir con Ustedes


El Pagani Zonda C12 es un deportivo biplaza con motor Mercedes, diseño italiano y chasis de acero, fibra de carbono y aluminio del cual se fabrican solo 25 unidades por año y uno de los pocos vehículos de baja producción capaz de competir con Ferrari, Lamborghini y Maserati a la par en todos los aspectos.
Fruto del trabajo y el empeño de Horacio Pagani, ingeniero argentino nacido en Casilda, provincia de Santa Fe, que desde muy joven trabajó en Italia, nueve años en el área de diseño y tecnología de Lamborghini, siendo uno de los primeros a utilizar fibra de carbono en la construcción de superdeportivos.
Inspirado en el quíntuple campeón mundial de Fórmula Uno Juan Manuel Fangio, quien fue el responsable del acuerdo con la casa Mercedes-Benz para la provisión de los motores, el Zonda mide 4,39 m de largo, 2,05 m de ancho y 1,15 m de alto. A las dos versiones del Zonda, el C12 y el C12 S, se les ha unido el modelo roaster.
La funcionalidad es la prioridad en el diseño del Zonda. Sólo los elementos de confort como los controles del aire acondicionado parecen de un vehículo de producción. Todo lo demás está expresamente diseñado con el concepto de deportivo de competición.
La parte frontal tiene forma de cuña para logra una mejor penetración. La cabina se desplaza hacia adelante para dar cabida al gran motor que se ubica detrás. Se destaca el escape al nivel de los faros y las dos aletas simétricas que aumentan la estabilidad del vehículo a velocidades altas.
La carrocería del Zonda está estudiada para conseguir un gran apoyo aerodinámico a alta velocidad. A 200 km/h la carga aerodinámica es 100 kg en el eje delantero y 130 kg en el trasero.
La caja de cambios es manual de 6 velocidades y suficientemente robusta para poder dosificar la gran cantidad de par y potencia del motor a los grandes neumáticos traseros, que disponen de autoblocante para evitar las pérdidas de tracción.
La parte central del chasis, donde va situado el piloto, está fabricada con fibra de carbono. La parte anterior y posterior del coche es una estructura tubular de acero con aleación de cromo-molibdeno sobre la que va apoyada el motor, en posición central longitudinal, justo delante del eje trasero y la suspensión es de aluminio de paralelogramo deformable.
Esto permite un peso inferior a 1.300 kg y una rigidez torsional de 26.300 Nm/grado. La relación peso potencia, 2,27 kg/CV, permite una aceleración de 0 a 100 km/h en tan sólo 3,7 segundos, según las cifras publicadas por la compañía, aunque algunas revistas al probar el C12 S han logrado un tiempo de tan sólo 3.0 segundos en la aceleración de 0 a 100 km/h. La velocidad tope está por arriba de las 200 mph.
Los frenos Brembo de cuatro pistones con discos perforados y ventilados de 355 y 335 mm de diámetro, los delanteros y los traseros respectivamente.
El motor (denominado M 120) y provisto por Mercedes AMG es un V12 con una cilindrada ligeramente superior a 7,0 litros y desarrolla 550 CV de potencia a 5.500 rpm. y 553 lb-pie de par a 4,100 rpm.
Un auto que solo puede brindar placer y satisfacciones difíciles de igualar a sus pocos dueños

No te Arruges!

8 de mayo de 2007

Días pasados escuchaba las declaraciones de los jugadores de Nacional después del partido contra el Internacional de Porto Alegre cuando de pronto, la siguiente afirmación, me cacheteó sin previo aviso:
-“...Cumplimos con el objetivo que era que no nos metieran tres goles...”-
Esa manifestación no escondía simplemente una estrategia de juego en base a una especulación, sino que revelaban además una actitud interior que muchas veces encontramos tanto en quienes nos rodean como en nosotros mismos.
El objetivo no era ganar, sino evitar ser goleados, con esa actitud no me extraña que el club de mis amores no esté peleando el campeonato...el Nacional de 1988 no pensaba así, no en vano era el “Rey de Copas”.
¿Pero que pasa cuando ya no se trata de un partido de fútbol, sino de la vida misma? Es decir cuando entran a jugar nuestros sueños, nuestras aspiraciones nuestros proyectos, en fin, nuestra felicidad.
Y bueh, no ganamos pero tampoco nos golearon...prefiero este empleo no gano mucho pero es seguro, mas vale malo conocido... no soy feliz pero tengo marido, me conformo con poco... y cuantas otras frases vamos asimilando que van obstruyendo nuestras vías de realización personal.
Vendemos nuestra riqueza interior al bajo precio de una precaria seguridad que, solo nos trae dolores de cabeza, angustias y miedos. Es como mantener una casa mal construida, apuntalando aquí, allá, para no derrumbarse, gastando tiempo y energías en algo que tarde o temprano caerá inevitablemente.
Créelo, no somos diferentes de Teresa de Calcuta, de Mahatma Gandhi, ni de otra gran personalidad que admires...¿Qué tal si Don José Gervasio, se hubiese conformado con seguir siendo un oficial al servicio de la autoridad española? ¿Y si el seleccionado de fútbol Uruguayo de 1950 se daba por cumplido con ser finalista en Maracaná? La historia sería otra, te lo puedo asegurar.
Nuestras actitudes y posturas afectan a nuestro alrededor, sino fíjate, cuando alguien adelgaza, no solo pierde kilos sino que hasta su actitud hacia el mundo cambia, desencadenando una serie de transformaciones a su alrededor. Es como cuando tiramos una piedra en un lago, las ondas se propagan por todo el estanque; lo mismo sucede cuando nos relacionamos desde una manera nueva, sorprendiendo a los otros a tal punto de sacarlos de esa somnolencia provocada por los hechos rutinarios de la vida cotidiana.
Por eso te digo, no te menosprecies, no te conformes, la mediocridad no va contigo, si renuncias a tu sueños, a tus proyectos, no solo te estas perjudicando a ti mismo, sino que le estas privando a los demás disfrutar de toda la riqueza que tienes para compartir.
Para redondear lo que les quiero transmitir los dejo con esta parábola del Águila Real:

Un hombre se encontró un huevo de águila. Se lo llevó y lo colocó en el nido de una gallina de corral. El aguilucho fue incubado y creció con la nidada de pollos.
Durante toda su vida, el águila hizo lo mismo que hacían los pollos, pensando que era un pollo. Escarbaba la tierra en busca de gusanos e insectos, piando y cacareando. Incluso sacudía las alas y volaba unos metros por el aire, al igual que los pollos. Después de todo, ¿no es así como vuelan los pollos?
Pasaron los años y el águila se hizo vieja. Un día divisó muy por encima de ella, en el límpido cielo, una magnífica ave que flotaba elegante y majestuosamente por entre las corrientes de aire, moviendo apenas sus poderosas alas doradas.
La vieja águila miraba asombrada hacia arriba. “¿Qué es eso?”, preguntó a una gallina que estaba junto a ella.
“Es el águila, el rey de las aves”, respondió la gallina. “Pero no pienses en ello. Tú y yo somos diferentes de él.”
De manera que el águila no volvió a pensar en ello., Y murió creyendo que era una gallina de corral.
No seas gallina... ¡Vuela alto!

EL FERCHU

Abrirse a la Vida

Abrirse al amor después de estar tanto tiempo con la armadura puesta representa un gran desafío que cuesta asumirlo. Es que las heridas pasadas nos marcan y entonces cada vez que el amor nos invita a salir de nuestra tibia, cómoda y segura jaula de oro, empiezan los miedos y las dudas. Porque nadie quiere tropezar nuevamente con la misma piedra, y el solo hecho de que exista la posibilidad de sufrir nuevamente nos repliega más sobre nosotros mismos.
Si bien así nos protegemos, también nos aislamos y lo que en un principio pareció ser un refugio seguro, ahora es un campo de concentración. Así mientras la vida pasa a nuestro lado, nosotros la dejamos ir, sin hacer absolutamente nada. Nadie va a ser nada por nosotros, salvo nosotros mismos.
Es que nos hemos acostumbrado a nuestros barrotes, a nuestros carceleros y a nuestras cadenas. Muchos presos cuando terminan su condena y recuperan su libertad no pueden acostumbrarse a su nueva vida, entonces, añoran los tiempos de reclusión y desean volver a esos días. Cosa idéntica nos puede estar sucediendo a nosotros, pues es preferible la precaria seguridad de nuestra rutina diaria que vivir la gran aventura de la vida. Muy pocos están dispuestos a abandonar sus seguridades que salir al intemperie, Hemos sido llamados a ser los protagonistas de nuestras vidas y nos conformamos con ser meros actores de reparto.

EL FERCHU – (Esta reflexión la hize cuando participaba de un taller de espiritualidad, alla por 1997 y al volver a leerla, quise compartirla a todos).



El Maturana un sentimiento...

2 de mayo de 2007


Los cien años del Colegio Maturana desataron en mí, una catarata de emociones que dejaron en la orilla del presente gratos recuerdos de cuando cursé mis estudios en esa noble institución.
Aun recuerdo el primer día, Don Bosco me daba la bienvenida con una cálida sonrisa desde una imagen en la entrada misma del colegio, parecía infundirme confianza para volver a empezar, ya que venia de otro instituto educativo totalmente distinto al espíritu salesiano. Los recreos de bolita, tapaditas y fútbol, me conquistaron enseguida y allí hice amigos con quienes vivimos juntos aquella aventura de aprender.
Aunque me dijeran algunos: “Lastima que no te tocó Escuadróni”, un maestro que era toda una institución; mi maestro de segundo de escuela lo recuerdo como una persona afable e inspirador de confianza.
En tercer año, mi maestro era un flaco humilde, sencillo, gracioso y muy didáctico para enseñar y corregir. Aprendí mucho con él.
Al año siguiente, tuve a otro gran educador y avanzado estudiante de medicina, cada vez que me atacaba de asma, el me atendía y me administraba la medicación, más tarde me lo encontraría ejerciendo su profesión de medico en los pasillos mi mutualista, chico el mundo.
Y como olvidarme de Cristina mi maestra de quinto año de escuela, una madre para todos nosotros, a través de Betty, mi maestra particular, siempre tenia noticias de ella.
Recuerdo que en la fiesta de fin de año, el tema central, era la historia patria, a mi me tocó hacer el papel de esclavo. Dice mi madre ubicada en la platea que, atrás de ella, alguien dijo risueñamente: -“Mira que gordito está ese esclavo, seguro que le robaba la comida a los amos”- Mi madre no pudo aguantar la risa y yo creyendo que hacía el papel de mi vida.
En sexto, tuve a Reina, al principio me pareció un poco antipática, pero después se me reveló como una mujer muy dulce, excelente maestra.
Tampoco puedo olvidarme de la profesora de canto y su piano, allí me di cuenta que cantar no era lo mío... mis compañeros me embromaban cuando cantábamos “Torna a Sorrento”, le cambiaban la ultima letra por la “i” y todos cantaban “Torno a Sorrenti”.
El pasaje al liceo fue algo novedoso, dejaba la túnica para ponerme el saco azul y con ello ir a las aulas del piso superior donde estaba aquella especie de museo que tanto me llamaba la atención, tal vez allí, nació mi afición “requechera” de cosas a mi entender valiosas.
En secundaria, tuve la fortuna de tener docentes que no solo se limitaban a dar la clase, sino que se preocupaban por nuestra evolución en el aprendizaje de las materias.
Nunca olvido a la profesora de Matemáticas que, casi le da un infarto cuando me saque un 6 en un escrito; ella creía que había copiado, pero esa vez, sí había estudiado duro. Después estaba la profesora de Francés, una señora con mucha clase y estilo, así la recuerdo.
Tampoco olvido a la “pequeña Lulú”, profesora de idioma Español, la llamábamos así por su peinado...espero que no revise este artículo gramaticalmente porque seguro me manda a “febrero”. En geografía tuve a López Pita padre e hijo, si, a los dos, unos genios ambos. López Pita padre si te agarraba distraído te bajaba a la realidad de un tizazo...¡Que puntería tenia!. El hijo, usaba otros medios igualmente persuasivos, o estabas atento o tenias que dar la clase vos. Era persona muy simpática, le decíamos cariñosamente “el conejo” por razones obvias.
En segundo año, recuerdo a Tocco, el profesor de historia, también conocido por ser director técnico de inferiores en varios clubes. ¡Qué charlas que teníamos de fútbol!
También estaba “el lagarto”, El profe de física, todo un personaje, antes de cada escrito nos revisaba hasta las lapiceras bic y se paseaba por los pasillos como un carcelero, no conozco a nadie que se haya atrevido a copiarle y viva para contarlo.
Tampoco olvido al asombrado profesor de carpintería cuando le pegue un macetazo al banco que estaba armando, lo que vendría a ser una de las patas se partió, volando los pedazos para todos lados; si era medio bruto para ese tipo de cosas.
Y como podría olvidarme de los adscriptos, Magadan y los hermanos Romero, gente a los que podías confiarle cualquier problema que seguro una solución te iban a encontrar.
Con orgullo digo que uno de mis catequistas fue el Padre Mateo Mendez, siempre comprometido, siempre solidario. En segundo año, iba mal en mis estudios y fue una llamada de atención de él que me pego en el orgullo propio, ocasionando que descubriera por mi mismo que los libros no mordían y pude así levantar mi rendimiento.
Si, los salesianos se interesaban por nosotros, cosa que en otros ámbitos de enseñanza no se da, lo sé por experiencia propia, el Maturana es una familia, no es un slogan.
El profesor de gimnasia, Aníbal Pardeiro, lo tuve desde la escuela hasta el liceo, nos hacia correr diez vueltas seguidas a la cancha contra Burucayupí, si antes me parecía interminable; hoy me es imposible, creo que ni a la mitad de la cancha llego, siempre le fui un hueso duro de roer.
Tuve el gusto de tener en Educación Moral y Cívica, a Julio Gemelli, todo un caballero, el primer y único hincha de Fénix que conocí hasta ese momento, el Maturana te deparaba también ese tipo sorpresas.
Y como olvidarme de los directores Tadeo y Zwinski. Y de los curas: Diaz, Baztarrica, Alonso, Rodríguez, Sanabria, Collazi cuando apenas era un seminarista, entre otros.
Aun todavía recuerdo a mis compañeros, como Sommaruga que dos por tres me lo encuentro por la calle, el “flaco” Castro que siempre pasaba con su bicicleta por mi casa de Ramón Márquez, Alejandro Luzardo un fiel seguidor de la causa tricolor, Acosta, Alejandro Palau, Fernando Eloy, Pablo Fattorini, los fatales hermanos Aiscar, José “Chito” García, Gustavo Nicoletti, Gonzalo Alcaraz que, me lo encontré años después, Alvaro Parada, Carlos Güimaraens, Fabian Coito que llego a ser jugador profesional, Julio Conde que también compartía la afición por la numismática, Richard Moliné un tipo risueño, alegre; Graña un rubiecito con cara de tranquilo pero solo eso, Gustavo Cerutti, Santiago Christopfersen que se convirtió en sacerdote salesiano, ya desde joven resaltaba por ser un alumno modelo, querido y respetado por todos, entre otros compañeros que solo recuerdo sus caras lamentablemente.
Las mejores kermeses sin duda alguna son las del Maturana, allí todos ganábamos, recuerdo el stand del avioncito donde estaban los mejores premios y lógicamente repleto de gente. Y la cárcel, donde mandabas para adentro por unos minutos aquel compañero que no pasabas mucho, o si le gustabas a una chiquilina, ella te mandaba preso por robarle el corazón, una forma de llamarte la atención sin dudas.
Gracias a las excursiones con los salesianos conocí medio Uruguay....Minas donde adquirí mi gusto por los “serranitos”, Durazno, la ciudad de donde nació mi madre, Canelones, Rocha, Florida, Colonia y su ciudad histórica,
Estaban también los “sabatinos” donde los curas armaban campeonatos de fútbol, nadie quedaba afuera, crack o pata dura, todos jugábamos y nos divertíamos a lo grande.
Jugábamos al fútbol con unas pelotas de goma azul, que no encontrabas en comercios, eran únicas, siempre nos esperaba al costado de la papelera, era una compañera más de todos los recreos.
Soy de la época del ombú, al que tantas veces fui a su sombra a degustar la merienda que me preparaba mi madre. Hoy ya no está... que pena.
Siempre me acuerdo del Administrador, Don Durán, llevando las cuentas detrás de aquel antiguo escritorio y de su citröen 11 ligero parado en la puerta del Colegio.
Viejas bañaderas nos llevaban y traian del Maturana a casa. La de Carlitos era la mejor, pero yo viajaba en la “catramina” de Abel, un chofer simpático de aspecto hippie al volante de un Reo de los años cuarenta, cada vez que agarraba un empedrado parecía desarmarse.
Maturana supo tener su equipo de fútbol en la Liga Universitaria, era un hueso duro de roer.
Es reiterativo decir que del Maturana salieron grandes jugadores como el Mariscal Nasazzi, Fernando Morena, Daniel Carreño y Enzo Francescoli.
Debo confesar que mi experiencia por el Maturana ha sido más que buena y no dudo en recomendarlo cuando alguien anda buscando un colegio para educar a sus hijos, a pesar que hoy ande distanciado de la Iglesia Católica, no olvido los valores que me inculcaron en el Maturana, que hoy me hacen ser quien soy. ¡Al Maturana por siempre Salud!