EL PELOURINHO, un lugar hermoso

25 de febrero de 2010

Luego de un suculento desayuno tropical, donde tuve la oportunidad de degustar frutas que nunca comí, enamorándome de frutas como la graviola y la papaia, nos fuimos de excursión al Pelourinho, el centro histórico de Salvador de Bahía. Su nombre se debe a los troncos (pelourinho) que se utilizaban para castigar a los esclavos. Este colorido barrio de bellas construcciones barrocas de los siglos XVI y XVII, esta declarado como Patrimonio Histórico de la UNESCO. Sus habitantes no pueden modificar y ni pintar sin antes pedir autorización a este organismo internacional.

Nuestro recorrido comenzó frente a la Cruz caída, un monumento que recuerda a la iglesia que estaba allí, destruida por la piqueta fatal del progreso, para el paso de un tranvía, según nos contaron.

A nuestro alrededor los vendedores ambulantes se relevaban para ofrecernos sus mercaderías y en la volada cayó “Claudinha” en las manos de Mariela. Y otra vez, mi media naranja hizo de las suyas, convirtiéndose “o terror das vendedores de Bahía”, obtuvo un bello collar casi regalado…después de eso, se corrió la bola que la uruguaya era brava y nadie mas nos molestó en el trayecto je

Las calles empedradas, los edificios coloridos, antiguos, por momento me trasladaron en el tiempo y en el espacio, le encontraba cierta familiaridad con Colonia del Sacramento, también fundada por los portugueses.

Nuestros pasos nos dejaron frente al monumento de Zumbi dos Palmares, quien lidero un levantamiento contra la esclavitud en Brasil. Derrotado, es condenado a la pena capital el 20 de noviembre de 1695. Hoy, es un símbolo de libertad y su fecha de muerte se conmemora el día de la Conciencia Negra. Allí recordé las clases de historia de Celiar Mena Segarra, un profesor de lujo que a decir verdad, no supe aprovechar sus conocimientos. Estaba en otra, valor.

Llegamos a una plaza donde de un lado estaba la Catedral, muy bonita y al lado la antigua facultad de medicina, hoy convertido en un centro cultural.

Cruzamos la plaza, rumbo a la Iglesia de San Francisco donde una cruz la precedía, allí el guía, nos informaba que alrededor de esa cruz, se reunían los esclavos para oír misa, mientras sus amos participaban cómodamente dentro del templo.

Una vez dentro del templo quedamos boquiabiertos, adentro era todo de oro, por motivos de preservación no tomamos fotos, aunque a otros poco le importo las advertencias y los flashes de sus cámaras castigaban el lugar si miramiento alguno.

Allá en el fondo, estaban las imágenes de Cristo y San Francisco como abrazándose, en una actitud de consolarse mutuamente, dado que justamente ambos, optaron vivir en la pobreza, rechazando el mundo de las riquezas materiales. Ironías de la vida.

Esta iglesia era como un club privado, en la que solo accedía la crema de la crema de la ciudad, mientras los pobres la miraban de afuera.

Pese a todo el lugar es de una exquisita belleza, una joya en todo el sentido de la palabra.

Llegamos a la casa de Jorge Amado la cual apenas vimos de costado, dado que se había armado en el frente un escenario inmenso donde la famosa banda Olodúm daría unos espectáculos musicales en la noche.

Debemos resaltar que había mucha presencia policial, bien equipados y en buen estado físico, daba para pensarlo dos veces si eras medio rastrillo. También había cámaras de vídeo para mayor seguridad. Igualmente, aconsejaban a los turistas no regalarse y tomar las medidas del caso para hacer la visita más agradable.

Luego de recorrer aquellas pintorescas calles, donde miles de historias se entretejieron, bajamos al mercado modelo.

Allí en la entrada, había un grupo de jóvenes practicando la capoeira junto con puestos de comida típica, aprovechamos a degustar unos acarajé de camarones muy sabrosos.

El mercado es una edificación inaugurada en 1912, esta muy bien conservada, allí encontramos los artículos más baratos y donde hicimos las compras de algunos recuerdos. En algunos lugares tuvimos que regatear para obtener mejores precios, algo que es costumbre en ese lugar.

A metros está el puerto donde salen los barcos que unen las islas, siempre con mucha actividad y el elevador Lacerda, que comunica la ciudad alta con la ciudad baja desde 1873 y transporta unas 28.000 personas diariamente.

Realmente fue una experiencia impagable visitar el Pelourinho y como dijo el Terminator: “¡I´ll be back!”

(continuará)

Nota: La foto del interior de la iglesia de San Fransisco la tome prestada de la red.

Salvador de Bahia, un encanto de lugar

19 de febrero de 2010

Tras pasar por un túnel de cañas de bambú hicimos nuestra entrada a Salvador de Bahía, donde pasaríamos unas vacaciones inolvidables. Si bien, en la camioneta que nos llevaba al hotel, había un pasajero que ya no era la primera vez que estaba de visita, me negué a prestarle atención a sus comentarios, era como te contaran la película antes de verla. Preferí mirar por la ventana y descubrir por mi mismo lo que ese lugar tenía para contarme. Una de las cosas que me llamo la atención fueron las favelas, todas construidas en forma desordenas, unas encima de otras, sobre los morros, con pasajes estrechos que se pierden en un laberinto que solos sus habitantes conocen.

Con ojos inquisitivos observe el palacete que levantó “los pare de sufrir”… si Judas vendió a Jesús por treinta monedas de plata, estos lo venden todos los días en miles y miles de dólares. El Iscariote es un bebe de pecho al lado de estos tigres.

Junto con antiguas y señoriales edificaciones como el ministerio de cultura y la casa de los italianos, conviven modernos edificios de apartamentos, reflejando el sincretismo de estilos arquitectónicos, haciendo de Salvador de Bahía una ciudad muy atractiva.

Pasamos por el dique del Tororó y en medio del lago están las imágenes de las divinidades más importantes del candomblé, los Orixas.

Al llegar a la rambla las aguas verdes jade, las palmeras y sus playas me dejaron fascinado, extasiado, me sentí afortunado de admirar ese paisaje que se mostraba generosamente.

Salvador al haber sido en la antigüedad un importante centro de tráfico de esclavos, por eso, no es de extrañar que la mayoría de los habitantes sean de origen africano.

Los bahianos son gente muy simpática, servicial, siempre regalándonos una sonrisa y vale también decirlo, derrochan sensualidad. Me acordé mucho de las novelas de Jorge Amado, como Gabriela, Clavo y Canela, Doña Flor y sus dos Maridos y Tieta de Agreste. Por momentos creí ver algunos de esos personajes caminando a mi lado por el Pelourinho.

Los negros trajeron consigo no solo su fuerza de trabajo, sino que, también sus costumbres, sus credos, sus valores que se mezclaron con la cultura europea y nativa, dándole a Salvador de Bahía ese toque encantador.

Apenas dejamos las valijas en el hotel, salimos a recorrer la rambla, donde los jóvenes practicaban clavados, refrescándose y divirtiéndose a lo grande, ante nuestra envidiable mirada.

Para llegar al Farol de la Barra, tuvimos que sortear una legión de vendedores ambulantes donde tuve que ponerme firme sino iba a terminar como una momia envuelto de cintitas de “Nuestro Señor do Bon Fin”.

Lo que ellos nunca esperaron que Mariela les regateara el precio hasta obtener grandes descuentos, terrible negociante resulto mi señora. Al final me terminaron dando pena, cara les costo la osadía. Los vendedores callejeros son pesados como sopa de chumbo, pero no son peligrosos, tenes que poner firmeza para decir no y si te gusta algo, regatear con igual firmeza. Eso sí, un consejo, no saques la billetera, lleva unos reales en el bolsillo, como cuando vas a la Feria de Tristan Narvaja.

Una vez a salvo de los vendedores, entramos al Farol da Barra, una antigua construcción convertida en museo naval, en donde se exhiben mapas antiguos, sextantes, brújulas, restos de naufragios y maquetas de barcos.

(continuará...)