27 de mayo de 2008
Esta noticia realmente me impactó y me pareció muy oportuna compartirla.
Biblioteca con libros sacados de los desechos, armó para su barrio ex recolector de basura.
OLGA LUCÍA MARTÍNEZ ANTE Redactora de EL TIEMPO
Él es José Alberto Gutiérrez, ex conductor de un carro de Lime -empresa recolectora de basura-. Mil de los 4.000 textos que hay en su casa tienen ese origen.
De la basura sacó un Corán. Es de pasta verde y tiene el sello de la Embajada de la República Islámica de Irán en Bogotá. Lo guardó sin que sus compañeros se dieran cuenta y se lo llevó a su casa.
Lo puso en su biblioteca personal, que en ese momento -hace ochos años- tenía unos 600 libros, porque siempre ha sido un aficionado a la lectura. En los recorridos por el norte y de los tarros de los desechos, siguieron saliendo libros.
Uno grande titulado Aproximación al Libertador. Uno ancho llamado Al común, dedicado a uno de los más conocidos comentaristas deportivos radiales de país. Un Inventario, de Mario Benedetti. Los tomos 1 y 2 de El enigma sagrado, de M. Baigent. Amores de todo el mundo, de varios autores. Respuesta a todo, perfecto para tareas. Dianética, de L. Ronald Hubbard. Juicio universal, de Giovanni Papini (tres tomos). Una Biblia, etc.
Los fue tomando de a uno, porque por norma ningún empleado de la empresa puede llevarse algo de la basura.
Pero la cantidad de libros que aparecían en los recorridos era tan grande, que sus compañeros de trabajo empezaron a ayudarlo. Así fue ampliando su biblioteca que, de paso, se volvió pública.
Gutiérrez, de unos 50 años, cuenta que está cumpliendo un sueño: "Tener siempre qué leer y poner a disposición de la gente de mi barrio, La Nueva Gloria (suroriente de Bogotá), una biblioteca".
Hoy tiene unos 4.000 libros que usan los niños y adultos de las cuadras aledañas, así como los del barrio de al lado.
Afirma, con sencillez, que siente que cumple una labor. "Porque la biblioteca más cercana queda en La Victoria, que es lejos".
No juzga a las personas que botan los libros. "De ellos pasaron a mí y eso es lo importante", dice, mientras le busca a Érika Rodríguez, estudiante de derecho, un código que necesita.
Y sigue contando que el asunto de la recolección se volvió tan complicado, que tuvo que decirle a los vigilantes de los edificios que se los guardaran, para luego ir a recogerlos.
Bola de nieve por la lectura
Un vecino con carro empezó a ayudarlo en la recolección. Pero la bola de nieve no se detuvo ahí. Los porteros, a su vez, les dijeron a los residentes de los edificios que había un señor que se llevaba los libros que ellos botaban.
"Y mire -dice señalando a un rincón-, me han aparecido estas enciclopedias": generales y de temas de guerra (ocho tomos de las dos guerras mundiales).
Mientras tanto, Esmeralda Gómez, esposa de Gutiérrez, abre la puerta. Yurani, de 4 años, que vive al frente, quiere un cuento. Rubia y menudita, es fanática de los dibujos y a su manera entiende las historias porque aún no lee.
La pequeña recorre los estantes -que la familia Gutiérrez ha tenido que mandar a hacer y donde están los libros clasificados- y llega a lo que busca: los cuentos.
Los Gutiérrez, que tienen tres hijos, de 19, 15 y 9 años, tienen muy organizadas sus vidas con respecto a la biblioteca, que atienden a cualquier hora del día o de la noche.
A veces, los domingos, después de las 10 p.m., se aparece una mamá con su hijo buscando la solución para una tarea.
Si se lleva el libro, el prestamista es anotado en una lista que la familia controla, para que nada se pierda.
José Alberto ya es conocido por haber formado una biblioteca y por su deseo de crear una en cada barrio de Bogotá.
Por eso, el año pasado renunció a su trabajo -era conductor de TransMilenio-, porque entre la recogida de los libros que le donan y las solicitudes de las juntas de acción comunal de los barrios para que cree bibliotecas, no le quedaba tiempo. De hecho, ahora está en el proceso de crear una fundación.
Y dentro de su corazón -aunque no lo diga- espera que la gente siga desechando libros, para ir a buscarlos y cumplir su sueño de montar bibliotecas. "Porque un libro es como un buen papá: enseña con palabras", dice, mirando otro de los que encontró en la basura: Crónica de una muerte anunciada, de García Márquez, sin carátula, pero con la historia completa de las desgracias de Santiago Nassar.
El proyecto de José Gutiérrez
Con la fundación que está creando, José Alberto Gutiérrez espera poder repetir el modelo de bibliotecas en distintas partes de la ciudad. Ya ha adelantado conversaciones con varias juntas de acción comunal de la zona de San Cristobal Sur -donde vive- y de Ciudad Bolívar.
Para eso, necesita seguir recibiendo donaciones de libros. Y aunque en su opinión casi todo sirve, es importante tener diccionarios, enciclopedias, literatura universal y latinoamericana.
Además, quiere que las bibliotecas que se creen trabajen como él lo hace en la suya: que no solo se presten libros, sino también se realicen talleres de lectura como los que hace en su casa los fines de semana, en los que participan cerca de 20 niños que realizan lectura en voz alta.
Él es José Alberto Gutiérrez, ex conductor de un carro de Lime -empresa recolectora de basura-. Mil de los 4.000 textos que hay en su casa tienen ese origen.
De la basura sacó un Corán. Es de pasta verde y tiene el sello de la Embajada de la República Islámica de Irán en Bogotá. Lo guardó sin que sus compañeros se dieran cuenta y se lo llevó a su casa.
Lo puso en su biblioteca personal, que en ese momento -hace ochos años- tenía unos 600 libros, porque siempre ha sido un aficionado a la lectura. En los recorridos por el norte y de los tarros de los desechos, siguieron saliendo libros.
Uno grande titulado Aproximación al Libertador. Uno ancho llamado Al común, dedicado a uno de los más conocidos comentaristas deportivos radiales de país. Un Inventario, de Mario Benedetti. Los tomos 1 y 2 de El enigma sagrado, de M. Baigent. Amores de todo el mundo, de varios autores. Respuesta a todo, perfecto para tareas. Dianética, de L. Ronald Hubbard. Juicio universal, de Giovanni Papini (tres tomos). Una Biblia, etc.
Los fue tomando de a uno, porque por norma ningún empleado de la empresa puede llevarse algo de la basura.
Pero la cantidad de libros que aparecían en los recorridos era tan grande, que sus compañeros de trabajo empezaron a ayudarlo. Así fue ampliando su biblioteca que, de paso, se volvió pública.
Gutiérrez, de unos 50 años, cuenta que está cumpliendo un sueño: "Tener siempre qué leer y poner a disposición de la gente de mi barrio, La Nueva Gloria (suroriente de Bogotá), una biblioteca".
Hoy tiene unos 4.000 libros que usan los niños y adultos de las cuadras aledañas, así como los del barrio de al lado.
Afirma, con sencillez, que siente que cumple una labor. "Porque la biblioteca más cercana queda en La Victoria, que es lejos".
No juzga a las personas que botan los libros. "De ellos pasaron a mí y eso es lo importante", dice, mientras le busca a Érika Rodríguez, estudiante de derecho, un código que necesita.
Y sigue contando que el asunto de la recolección se volvió tan complicado, que tuvo que decirle a los vigilantes de los edificios que se los guardaran, para luego ir a recogerlos.
Bola de nieve por la lectura
Un vecino con carro empezó a ayudarlo en la recolección. Pero la bola de nieve no se detuvo ahí. Los porteros, a su vez, les dijeron a los residentes de los edificios que había un señor que se llevaba los libros que ellos botaban.
"Y mire -dice señalando a un rincón-, me han aparecido estas enciclopedias": generales y de temas de guerra (ocho tomos de las dos guerras mundiales).
Mientras tanto, Esmeralda Gómez, esposa de Gutiérrez, abre la puerta. Yurani, de 4 años, que vive al frente, quiere un cuento. Rubia y menudita, es fanática de los dibujos y a su manera entiende las historias porque aún no lee.
La pequeña recorre los estantes -que la familia Gutiérrez ha tenido que mandar a hacer y donde están los libros clasificados- y llega a lo que busca: los cuentos.
Los Gutiérrez, que tienen tres hijos, de 19, 15 y 9 años, tienen muy organizadas sus vidas con respecto a la biblioteca, que atienden a cualquier hora del día o de la noche.
A veces, los domingos, después de las 10 p.m., se aparece una mamá con su hijo buscando la solución para una tarea.
Si se lleva el libro, el prestamista es anotado en una lista que la familia controla, para que nada se pierda.
José Alberto ya es conocido por haber formado una biblioteca y por su deseo de crear una en cada barrio de Bogotá.
Por eso, el año pasado renunció a su trabajo -era conductor de TransMilenio-, porque entre la recogida de los libros que le donan y las solicitudes de las juntas de acción comunal de los barrios para que cree bibliotecas, no le quedaba tiempo. De hecho, ahora está en el proceso de crear una fundación.
Y dentro de su corazón -aunque no lo diga- espera que la gente siga desechando libros, para ir a buscarlos y cumplir su sueño de montar bibliotecas. "Porque un libro es como un buen papá: enseña con palabras", dice, mirando otro de los que encontró en la basura: Crónica de una muerte anunciada, de García Márquez, sin carátula, pero con la historia completa de las desgracias de Santiago Nassar.
El proyecto de José Gutiérrez
Con la fundación que está creando, José Alberto Gutiérrez espera poder repetir el modelo de bibliotecas en distintas partes de la ciudad. Ya ha adelantado conversaciones con varias juntas de acción comunal de la zona de San Cristobal Sur -donde vive- y de Ciudad Bolívar.
Para eso, necesita seguir recibiendo donaciones de libros. Y aunque en su opinión casi todo sirve, es importante tener diccionarios, enciclopedias, literatura universal y latinoamericana.
Además, quiere que las bibliotecas que se creen trabajen como él lo hace en la suya: que no solo se presten libros, sino también se realicen talleres de lectura como los que hace en su casa los fines de semana, en los que participan cerca de 20 niños que realizan lectura en voz alta.
Extraido del correo electronico que me enviaron del Centro Cultural "LAS MUSAS" que dirige la escritora Ana Magnabosco
6 comentarios:
Qué buenooo, una maravilla que haya logrado tanto
En Colombia no solo hay narcos, no solo hay guerrilleros, no solo hay presidentes corruptos ...
También hay esta gente, hermosa, de un corazón inigualable.
Gracias Fer. Me conmovió.
Me emociono... que linda historia de vida y la verdad que si de un corazon grandotote. Una buena noticia de mi pais lindo y querido.
Que increible no? pero que bueno que este hombre haya logrado esto...
Buenísimo! Clap clap clap por ese flaco!
Es verdad lo que aprende y de lo que se entera uno leyendo... es lo mas lindo y estimulante que hay. Ojalá todos pensaran como este señor... yo sufro cuando veo un libro tirado, ni les digo en mi casa que los cuentos de mis niñas viven en el piso. YO INTENTO ENSEÑARLES EL RESPETO AL LIBRO COMO ESTE SEÑOR.
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