26 de diciembre de 2006
Siempre en las fiestas me pongo nostálgico recordando a quienes ya no están físicamente, aunque siguen presentes en mi corazón y en mis recuerdos, tengo la firme esperanza que, al final de los tiempos volveremos a reunirnos en torno al gran banquete junto al Dios Verdadero.
Al levantar la copa este veinticuatro de diciembre, recordé muy especialmente a mi abuela, María. La recuerdo como una mujer fuerte, alegre y brava cuando se trata de defender a su familia.
Ella era hija de italianos que vinieron a estas tierras en busca de un futuro mejor. Me contaba que de niña ayudaba a la familia en los quehaceres del campo como todos sus hermanos.
Cuando vino a Montevideo, conoció al abuelo, se casaron formando una familia rica en anécdotas e historias de la que lamentablemente las nuevas generaciones no se interesan en conocer, vaya a saber uno por qué.
Abuela, era una mujer muy servicial, alegre, directa y de pocas pulgas, siempre tenia la contestación precisa a cada situación, como cuando unos muchachos cometieron la imprudencia de “pedirle” prestada a la muñeca que tenia a su lado (una nuera) para jugar un rato con ella. Doña María, como le decían, se dio vuelta y le contestó para que se escuchara en todo 18 de Julio y adyacencias: -“Y vos dame a la puta madre que te parió para que mis hijos se saquen las ganas“-
El hombre quedó de todos colores, le pidió disculpas y desapareció en el primer hoyo que encontró, dicen algunos que todavía se sigue allí.
Cuando se trataba de defender a la familia, la abuela se convertía en una tigresa capaz de picarte para copetín de un solo zarpazo.
Mi madre, durante el parto de mi hermano tuvo complicaciones que pusieron en riesgo de vida a los dos. Entonces, el médico le explicó a mi angustiado padre la difícil situación y las opciones que tenía. Doña María que estaba al lado de su hijo, saltó con la sangre calabresa hirviendo y le contestó imperativamente al galeno que, quería a su nuera y su nieto vivos, no dando lugar a ninguna otra alternativa. Gracias a Dios, todo salió bien para fortuna del buen doctor.
En otra ocasión, mientras hacía sus compras en el almacén del barrio, entró llorando una de sus amigas, resulta que un hombre la había manoseado, abuela ni corta ni perezosa, salió del almacén, divisó al execrable sujeto y acto seguido, lo paseó a carterazos e insultos por toda la Aguada.
Otra vez, iba en el ómnibus, lleno, lo que fue aprovechado por un vivo para refregarse contra una jovencita que estaba delante suyo. Como siempre, imperó la regla del no te metas en la mayoría de los pasajeros, hasta que Doña María se percató de lo que estaba sucediendo y salió al rescate de la joven con una lluvia de insultos que cayeron sobre este hombre, haciendo palidecer al más “boca sucia”. El acusado totalmente empapado en culpa y humillación, bajó inmediatamente del ómnibus para no verse nunca más. Tal vez, desde ese día, este hombre, haya adoptado ese dicho que, caminar hace bien para la salud.
Abuela era una gran contadora de chistes que disfrutábamos en todas las reuniones familiares. Su médico, siempre le pedía que le constase unos cuantos, para luego lucirse en reuniones de colegas, seguro. Capaz que así la abuela pagaba las órdenes médicas.
De joven, nos contaba que junto con otras amigas que vivían al lado de un bar, cuando estaban aburridas, subían a la azotea de la casa y desde allí podía verse la cocina del comercio, entonces, jugaban a embocarle escupitajos a la olla donde se cocinaba el menú del día...decía que todas tenían muy buena puntería.
Fue ella quien despertó mi gusto por las leyendas urbanas, me contaba sobre los lobizones, aparecidos, luces malas, de un barco lujoso que se hundió provocando mucha mortandad allá en los mares del norte y de otro barco de guerra que tras una batalla en el Rio de la Plata se hundió... Y de unos parientes que lucharon en una guerra y cuando volvieron estaban tapados por la mugre y los piojos, pero vivos, eso era lo mas importante contaba.
Ella era la matrona de la familia, siempre la recuerdo con cariño, ella fue la primera persona que me habló que existía un Dios que todo lo había creado y nos cuidaba. Hoy, sé que también me está protegiendo, como cuando me “escondia” detrás de ella, escapando de los castigos de mi madre por alguna travesura que había cometido.
3 comentarios:
Aqui, en este mundo, uno se conecta con gente con caracteristicas similares a uno, que congenia con uno. ¿Será igual allá arriba?. Digo esto, porque leyendo la historia de la Nona María, mi mente se iluminó recordando a mi querida Abuela Segunda. No era tana, era bien criolla, cruza de españoles y guaraníes; pero era la "mamá gallina", la que comandó la Flia hasta su muerte. Como la Nona de Ferchu, Doña Segunda peló siempre por su familia, por sus hijos y por sus nietos. Blanca "como hueso e' bagual", fue quien me contó muchas historias que para mi eran cuentos de hadas, pero reales. Y no lo ern tan asi, ya que en esos cuentos estaba la Guerra Grande con mi abuelo peliando, o algún tío abuelo, pero era su manera de contarlo.
Gracias Fer.
Que linda historia, pues mis abuelas que gracias a Dios las tengo vivas a una la adoro es muy suave(es la abuela materna), es preciosa... la otra es una HDP que no merece el cariño que le tengo...
Qué suerte la gente que puede tener este tipo de recuerdos, yo también soy una de las afortunadas. Salud por los que no están pero hicieron nuestras vidas más ricas!!
Mi abuelo siempre me hacía historias de lobizones y aparecidos, será que se conocía con la nona María??
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