12 de marzo de 2009
Hace unos días mi hermano Italo, me mando unas fotos de la Iglesia de los Carmelitas del Prado y una frase: “Que tiempos que no volverán”..
Algo se disparó en mi mente, algo no sonaba bien y no era un error gramatical... eran distintas formas de concepción ante una misma vivencia. Es así que me motivó a escribir este post.
En 1912 el padre Constancio del Sagrado Corazón de Jesús, arriba a nuestras tierras desde España y se instala junto con otros frailes, en la zona del Prado y desde allí comienza su labor misionera.
A raíz de la expansión de los Carmelitas en el Uruguay, la orden proyectó la construcción de un templo de estilo neogótico a cargo del Hermano Mariano de San José. Así el 31 de marzo de 1937 se colocó la primera piedra; finalizando las obras en 1954.
Esta es una breve reseña sobre la Parroquia de la Virgen del Carmen y Santa Teresita, más conocida como la Iglesia de los Carmelitas del Prado, o las Carmelitas sencillamente.
Mi relación con este templo arranca allá por lo años setenta, fue en el casamiento de mis primos Miguel y Marita. Pasarían luego casi diez años para que volviera a pisar aquel magnifico templo pero con un fin más espiritual que social.
Allí conocí a un excelente sacerdote, el padre Julio Felix Barco, una institución dentro de su orden, hombre de una gran riqueza espiritual, el cual me despertó el interés de recorrer el “Las Moradas” de Santa Teresa de Jesús y subir al Monte Carmelo de San Juan de la Cruz, y de leer los escritos de Sor Isabel de la Trinidad, grandes maestras místicas de la Iglesia.
Santos de gran sensibilidad, al leerlos me abrieron la cabeza, me conectaron conmigo mismo, enriquecieron mi alma sin duda alguna. Sus obras tienen muchos puntos cercanos con el budismo zen...“para ir al todo has de dejarlo todo”, dice San Juan de la Cruz en su Subida al Monte Carmelo.
Recuerdo como si fueran hoy esas reuniones del Carmelo Seglar (la sociedad laica de los Carmelitas), en donde se reafirmaron tantas amistades que si bien el tiempo nos llevo por distintas vías, seguimos tan unidos como siempre. Aun me parece ver a Julio Felix, entonando un cántico espiritual de San Juan de la Cruz, al Negro Olivera aportando siempre puntos de vista importantes o proponiendo algún proyecto interesante junto con otros compañeros más de camino, como Juan Manuel, Ricardo, Italo que recopiló y archivó aquellas reuniones que testimonian un camino que pocos grupos de laicos recorrieron. Y muchos mas compañeros de viaje que hoy la memoria se niega a darme sus nombres...
Nos sentíamos que formábamos un grupo especial, sin pecar de vanidad, algo así como la comunidad del anillos
Todavía conservo el escapulario como un tesoro de aquella época y la medallita de Santa Teresita del Niño Jesús, una santa que siempre me ha seguido aunque muchas veces la he matado con la indiferencia, ella igual me sonríe cada vez que nos topamos en alguna iglesia o su imagen me saluda desde algún puesto de las Ferias de Montevideo.
Siempre que veo la entrada al templo, viene a mi mente el Padre Pedro, fanático del Sporting de Gijón quien me explico quienes eran las figuras que están flanqueando la entrada. Un genio aquel cura, siempre de buen humor.
Por eso siempre están volviendo Italo, siempre están presente a través de lo que hoy somos, de una manera sutil, casi invisible, allí están fundidas en nuestras acciones y pensamientos.
Algo se disparó en mi mente, algo no sonaba bien y no era un error gramatical... eran distintas formas de concepción ante una misma vivencia. Es así que me motivó a escribir este post.
En 1912 el padre Constancio del Sagrado Corazón de Jesús, arriba a nuestras tierras desde España y se instala junto con otros frailes, en la zona del Prado y desde allí comienza su labor misionera.
A raíz de la expansión de los Carmelitas en el Uruguay, la orden proyectó la construcción de un templo de estilo neogótico a cargo del Hermano Mariano de San José. Así el 31 de marzo de 1937 se colocó la primera piedra; finalizando las obras en 1954.
Esta es una breve reseña sobre la Parroquia de la Virgen del Carmen y Santa Teresita, más conocida como la Iglesia de los Carmelitas del Prado, o las Carmelitas sencillamente.
Mi relación con este templo arranca allá por lo años setenta, fue en el casamiento de mis primos Miguel y Marita. Pasarían luego casi diez años para que volviera a pisar aquel magnifico templo pero con un fin más espiritual que social.
Allí conocí a un excelente sacerdote, el padre Julio Felix Barco, una institución dentro de su orden, hombre de una gran riqueza espiritual, el cual me despertó el interés de recorrer el “Las Moradas” de Santa Teresa de Jesús y subir al Monte Carmelo de San Juan de la Cruz, y de leer los escritos de Sor Isabel de la Trinidad, grandes maestras místicas de la Iglesia.
Santos de gran sensibilidad, al leerlos me abrieron la cabeza, me conectaron conmigo mismo, enriquecieron mi alma sin duda alguna. Sus obras tienen muchos puntos cercanos con el budismo zen...“para ir al todo has de dejarlo todo”, dice San Juan de la Cruz en su Subida al Monte Carmelo.
Recuerdo como si fueran hoy esas reuniones del Carmelo Seglar (la sociedad laica de los Carmelitas), en donde se reafirmaron tantas amistades que si bien el tiempo nos llevo por distintas vías, seguimos tan unidos como siempre. Aun me parece ver a Julio Felix, entonando un cántico espiritual de San Juan de la Cruz, al Negro Olivera aportando siempre puntos de vista importantes o proponiendo algún proyecto interesante junto con otros compañeros más de camino, como Juan Manuel, Ricardo, Italo que recopiló y archivó aquellas reuniones que testimonian un camino que pocos grupos de laicos recorrieron. Y muchos mas compañeros de viaje que hoy la memoria se niega a darme sus nombres...
Nos sentíamos que formábamos un grupo especial, sin pecar de vanidad, algo así como la comunidad del anillos
Todavía conservo el escapulario como un tesoro de aquella época y la medallita de Santa Teresita del Niño Jesús, una santa que siempre me ha seguido aunque muchas veces la he matado con la indiferencia, ella igual me sonríe cada vez que nos topamos en alguna iglesia o su imagen me saluda desde algún puesto de las Ferias de Montevideo.
Siempre que veo la entrada al templo, viene a mi mente el Padre Pedro, fanático del Sporting de Gijón quien me explico quienes eran las figuras que están flanqueando la entrada. Un genio aquel cura, siempre de buen humor.
Por eso siempre están volviendo Italo, siempre están presente a través de lo que hoy somos, de una manera sutil, casi invisible, allí están fundidas en nuestras acciones y pensamientos.
EL FERCHU
10 comentarios:
ta buena esa iglesia
Hace rato que quiero llevar mi cámara y pasearme por esas dos o 3 cuadras de genial arquitectura; teniendo a esta parroquia como centro de todas las miradas.
Eso por fuera.
Por dentro está todo eso que vos contás.
Si bien yo sólo la pisé una o dos veces, y para casamientos, es hermosa mismo.
Que buenos cuando se atesoran recuerdos como los tuyos.
Y como dice la canciòn,¡¡QUE BUENO HABERLO VIVIDO,PARA PODERLO CONTAR!!
Que siempre estèn presentes de esa manera en tu caminar.
Qué lindos recuerdos cuando te unen a gente que ha sido parte importante en tu camino sea cual sea el motivo, casi siempre los caminos espirituales (de la fe que sean) dejan ese gustito a crecimiento...
Interesante la historia y la verdad que esa iglesia es espectacular... hasta de noche está impresionantemente bien iluminada!
que belleza la verdad no la conocia y que gratos recuerdos compartiste con todos nos gracias.
un beso
Eso mismo que comentó el resto, que lindo ese lugar y que buenazo que tengas esos recuerdos, esas vivencias. Que te hayas cruzado con gente así de rica.
Mas allá de la brillante reseña histórica con la que he aprendido cosas que no sabía , y de la cálida historia personal que comentas , a mí esta iglesia me produce una extraña sensación.
Hace un tiempo fui al prado a sacar fotos y me detuve unos instantes frente a esta iglesia.
Y por más que busqué ángulos para sacarle fotos ninguno me convencía.
Fui , vine , pero una sensación de nerviosismo e inseguridad me invadía.
No le pude sacar una foto , algo me producía rechazo , algo raro.
Y ahora al ver las fotos me produce la misma sensación.
Algo tiene esa iglesia , tan bella , que recuerda en su estilo a la de Notre Dame de París ( salvando las distancias , claro ) que no me gusta.
Será que estoy sufriendo el síndrome de "La Profecía ". ?
Naaaaa , con ninguna otra iglesia me pasa .
Raro , no ?
Muy buen post, Ferchu.
Tanto por la información como (mucho más) por las vivencias que tenés.
El misticismo cristiano es muy interesante y está conectado con el budismo zen y con una de las vías del yoga.
Viene a ser como un "cristianismo esotérico", por diferenciarlo de la religión católica.
Un abrazo!!!
Publicar un comentario