22 de marzo de 2010
Por fin estaba en el lugar más importante de las Américas donde se celebra esta festividad de origen africano, sincretizada en la imagen de la virgen de los navegantes, conocida como Stella Maris.
Doña Iemanjá, no es virgen, ella fue concubina de otros orixa con los cuales tuvo hijos. Viste, también en la farándula divina se cuecen habas, es algo que no te cuenta Ventura y ni Rial. Se dice que es una Madre celosa de sus hijos y una mujer coqueta, vanidosa, no porque si, se la representa con un espejo. Del panteón del cambomble, es la diosa más sexy y a través de ella se refleja la mujer bahiana, según mi opinión
El día era especial, se notaba en el ambiente, estaba en la conversación de la gente, todo giraba en función de tal acontecimiento.
Siguiendo los consejos del mozo del bar donde íbamos a cenar, fuimos con lo imprescindible, la cedula, unos reales y la cámara de fotos porque había que registrar gráficamente tal evento.
Intentamos ir en ómnibus pero fue imposible, iban hasta la manija, como en vísperas de un paro del transporte. Ahí sufrí un ataque de nostalgia aguda porque tenías que subir por la puerta de atrás, como los antiguos Leyland de la desaparecida Cotsur. Dado mi estado entonces, no quedo otra de tomarse un taxi, hasta el río Vermelho o lo más cerca posible como nos aclaro el obrero del volante. Efectivamente, tuvimos que bajarnos unas cuadras antes por la cantidad de personas que se estaban conglomerando en el lugar.
Había puestitos de comida por todos lados, el alcohol se consumía a cantidades industriales y para los que dejan todo para último momento, estaban quienes te vendían perfume, flores y barquitos para ofrendarle a la diosa del mar.
Después de pisar cayos y repartir codazos, logramos ubicarnos estratégicamente en un costado de la playa, donde teníamos una visión total de la zona.
Entre el hormiguero de gente que estaba en la playa, habían carpas de los terreiros participantes de esa festividad, que se llevaba a cabo en casi todas las playas de la ciudad desde las primeras horas de la madrugada.
Allí, en esas carpas la gente se agolpaba para ser santiguada y tirarse los buzios. Los pae y mae estaban vestidos con ropas blancas y celestes, los colores identificatorios de Iemanaja.
En el mar esperaba una flota de embarcaciones llenas de turistas y devotos, se movían al ritmo de las olas, esperando pacientemente la aparición de ofrenda principal que entregaría mar adentro.
Luego de esperar casi una hora, entre la gente se fue abriendo paso una gran imagen de Iemanja repleta de flores blancas transportada por una procesión de creyentes.
Para ese entonces, el oleaje se había encrespado y se vivieron momentos de zozobra cuando una ola casi desparrama a los portadores de la ofrenda justo cuando la subían al barco insignia, uniendo todas las gargantas de los presentes en un "ooooohhhhh...". Tal vez, algún creyente haya visto en eso una prueba de la diosa para ver cual era el grado de compromiso...vaya a saber uno.
Una vez asegurada la preciada carga, sonaron las sirenas de los barcos y todos se alinearon detrás del buque que la llevaba rumbo mar adentro.
Según nos contaron unos turistas argentinos que estaban en uno de los scuna, en el momento de entregar la ofrenda, se paro el viento, el mar quedo en calma y el aire se puso espeso, reinando una atmósfera especial... así como me lo contaron, te lo cuento.
A pesar de haber una fuerte presencia policial, en determinado momento la cosa se puso espesa, mientras observaba el evento, una mano me palpo la cola... mira como vengo a perder, me dije al tiempo que me daba vuelta para ver a mi agresor que resulto ser una chica, iba con un morocho de dos metros de ancho y alto, con una cara que le perdone hasta el pecado original... Marie igual la marco con la mirada y prometió usarla de carnada para tiburón si volvía a repetir tal acción.
Cuando el último barco desapareció detrás de la línea del horizonte, emprendimos el camino de regreso. Los boliches estaban desbordados, en la calle la gente bailaba, mucha alegría, desenfreno, alcohol... digamos que el espíritu es muy distinto al dos de febrero en la playa Ramírez, es mi opinión.
Nos topamos con un trío eléctrico imponente, pasamos a tres metros de el camión y el poder de los parlantes te hacia vibrar todo el cuerpo, atrás de ellos una multitud de personas bailando... vivimos una pequeña muestra del carnaval de Bahía y quedamos con sabor a poco.
Probamos un queso asado delicioso y una bebida cola con caña que no pudimos terminar, la terminamos regalando, porque el alcohol no se tira, se regala, Valor.
4 comentarios:
Que bueno que hayan tenido esta oportunidad, la de vivir ahi, in situ, de esta fiesta. Fiesta religiosa si, pero tremendamente popular.
Lo de la diferencia con la que hacen acá, supongo que si, sin dudas. Como vos lo contás, los brasucas son de armar fiestas por todo y está genial, que estas festividades, por más religiosas que sean, se vivan con alegría.
Qué envidia el viajecito que se mandaron!!!
Me gustaría mucho vivir esa experiencia.
(Digo, la de ir a Bahía en la fiesta de Iemanjá.
La de que me toquen la cola así de prepo....en fin....no me convence)
¿Vos estás seguro, Ferchu, que no fue el morocho de dos metros?????
La experiencia es maravillosa por la cantidad de estímulos visuales, olfativos, gustativos, sonoros,(y hasta táctiles jajaja) uffff es como un gran carnaval de los sentidos.
Mario la verdad me gusta eso también de festejar con alegría, ellos hablaban de una fiesta religiosa (en la playa) y una pagana (en la calle) pero vos sabés que yo creo que seguramente allá empezó la fiesta como es hoy en la Ramírez y fue creciendo y creciendo (y sigue...) quién te dice que acá también evolucione de esa forma.
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