13 de octubre de 2007
El fin de semana pasado salimos a patrimonear con Mariela, si bien no visitamos tantos lugares como la vez pasada, igualmente disfrutamos del recorrido.
Apenas bajamos del ómnibus, un grupo de niños de la calle centraron sus miradas en nosotros, sus ojos se pegaron en la camara digital que llevaba colgada, nos sentimos presa en ese momento, para fortuna de todos no paso nada.
Fuimos a comer a La Pasiva de dieciocho y ejido, si bien la atención y la comida estuvieron de acuerdo a nuestras expectativas, personalmente note que el lugar ya no era el mismo de otras epocas…lo note mas deteriorado.
A la salida nos encontramos con Italo, mi hermano, estaba a la caza de ómnibus, como todo “busologo” que se considere tal. Lo acompañamos en su cacería de fotos, pero nuestros objetivos fueron la locomotora, las cachilas y las motos. Al ver a la “bañadera” de la empresa Nuñez, me vinieron nostalgias de mis tiempos de escolar cuando viajaba en ellas, especialmente la bañadera que conducía el peludo Abel, que era muy parecido al chofer del ómnibus escolar de los Simpson La ambulancia de Martinelli estaba impecable, así como los otros cachilos de Cativelli y Frigorifico Centenario, vaya casualidad por cierto, todas “fiambreras”...
De pronto mi mas oscuros temores salieron a luz…y pensar que lo creia superado, aparecieron vehículos militares….¡¡Volvieron!! Aprovecharon esta oportunidad que estabamos distraidos con el dia del patrimonio para dar golpe de estado. Después del tercer sopapo, volví a mis cabales, me informaron que es un grupo de personas que se dedican a restaurar este tipo de vehículos y hacen exhibiciones en las canteras del Parque Rodó.
A paso elegante, un bella Harley Dadvison entro en escena, luciendo un rojo atractivo que atrapo la mirada de todos.
En un costado había un linyera, durmiendo en el piso, ajeno a lo que estábamos viviendo, me impresiono verlo ahí tirado como un costal de basura, separado de nuestro mundo, pero a su vez formando parte de él... otra cara del patrimonio que se repitió a lo largo de nuestra recorrida.
Volvimos a visitar la feria del Libro para comprar esta vez, un libro que necesitaba y Mariela adquirió un libro sobre la Ciudad Vieja que le intereso.
En el hall central de la Intendencia, apreciamos el plano de la ciudad y con sorpresa descubrimos que el complejo habitacional de Felipe Cardozo, parece formar una suerte de letras o números en formato de letra de calculadora…un mensaje codificado solo visto desde arriba…estábamos a punto de descifrar el mensaje cuando unos individuos deliberadamente nos distrajeron recurriendo al viejo truco de las pantuflas de patito. Evidentemente alguien no quiere que la verdad se sepa... ¿Acaso es la clave secreta de las maquinas del casino? Seguro que el de las “pantuflas patito” lo mando Bengoa.
Fustrados en nuestra investigación, seguimos nuestro recorrido, visitando esta vez, el museo del Gaucho y la moneda.
Luego de subir las marmoladas escaleras, fui gratificado con la maravillosa exposicion de monedas nacionales, estaba mas feliz que perro con dos colas, creo que me dio un delirio numismatico agudo, veia monedas por todos lados, de distintos años, material y valor... en ese momento mi unico contacto con la realidad eran Mariela y mi hermano que ya tenia el maletin con el coctel de calmantes pronto.
De arrastras me sacaron alli, esta vez, las escaleras de fina madera nos llevaron hasta el piso donde esta dedicado practicamente al gaucho. Estaba el facon de Aparicio Saravia que resaltaba de entre otros caudillos. También habia una coleccion de mates finos que daban lastima usarlos.
Y por último, en otro piso estaban en exhibición todas las antiguas herramientas de oficina usadas por el BROU, sentí cierto regocijo al ver que había una maquina de calcular mas un ventilador antiguo igualitos a la que tengo...algún día haré la expo-ferchu de cachivaches antiguos, es una materia pendiente.
Al final, terminamos nuestro recorrido en la Plaza Independencia donde mi hermano cual si fuera turista japones, con camara en mano, le saco foto a cuanto ómnibus o cosa parecida se le cruzara por delante... ante la mirada sorprendida de Mariela, le respondi: -“Y bueh, Linda, es un vicio sano, por lo menos no le dio por drogarse, o robar...”
Apenas bajamos del ómnibus, un grupo de niños de la calle centraron sus miradas en nosotros, sus ojos se pegaron en la camara digital que llevaba colgada, nos sentimos presa en ese momento, para fortuna de todos no paso nada.
Fuimos a comer a La Pasiva de dieciocho y ejido, si bien la atención y la comida estuvieron de acuerdo a nuestras expectativas, personalmente note que el lugar ya no era el mismo de otras epocas…lo note mas deteriorado.
A la salida nos encontramos con Italo, mi hermano, estaba a la caza de ómnibus, como todo “busologo” que se considere tal. Lo acompañamos en su cacería de fotos, pero nuestros objetivos fueron la locomotora, las cachilas y las motos. Al ver a la “bañadera” de la empresa Nuñez, me vinieron nostalgias de mis tiempos de escolar cuando viajaba en ellas, especialmente la bañadera que conducía el peludo Abel, que era muy parecido al chofer del ómnibus escolar de los Simpson La ambulancia de Martinelli estaba impecable, así como los otros cachilos de Cativelli y Frigorifico Centenario, vaya casualidad por cierto, todas “fiambreras”...
De pronto mi mas oscuros temores salieron a luz…y pensar que lo creia superado, aparecieron vehículos militares….¡¡Volvieron!! Aprovecharon esta oportunidad que estabamos distraidos con el dia del patrimonio para dar golpe de estado. Después del tercer sopapo, volví a mis cabales, me informaron que es un grupo de personas que se dedican a restaurar este tipo de vehículos y hacen exhibiciones en las canteras del Parque Rodó.
A paso elegante, un bella Harley Dadvison entro en escena, luciendo un rojo atractivo que atrapo la mirada de todos.
En un costado había un linyera, durmiendo en el piso, ajeno a lo que estábamos viviendo, me impresiono verlo ahí tirado como un costal de basura, separado de nuestro mundo, pero a su vez formando parte de él... otra cara del patrimonio que se repitió a lo largo de nuestra recorrida.
Volvimos a visitar la feria del Libro para comprar esta vez, un libro que necesitaba y Mariela adquirió un libro sobre la Ciudad Vieja que le intereso.
En el hall central de la Intendencia, apreciamos el plano de la ciudad y con sorpresa descubrimos que el complejo habitacional de Felipe Cardozo, parece formar una suerte de letras o números en formato de letra de calculadora…un mensaje codificado solo visto desde arriba…estábamos a punto de descifrar el mensaje cuando unos individuos deliberadamente nos distrajeron recurriendo al viejo truco de las pantuflas de patito. Evidentemente alguien no quiere que la verdad se sepa... ¿Acaso es la clave secreta de las maquinas del casino? Seguro que el de las “pantuflas patito” lo mando Bengoa.
Fustrados en nuestra investigación, seguimos nuestro recorrido, visitando esta vez, el museo del Gaucho y la moneda.
Luego de subir las marmoladas escaleras, fui gratificado con la maravillosa exposicion de monedas nacionales, estaba mas feliz que perro con dos colas, creo que me dio un delirio numismatico agudo, veia monedas por todos lados, de distintos años, material y valor... en ese momento mi unico contacto con la realidad eran Mariela y mi hermano que ya tenia el maletin con el coctel de calmantes pronto.
De arrastras me sacaron alli, esta vez, las escaleras de fina madera nos llevaron hasta el piso donde esta dedicado practicamente al gaucho. Estaba el facon de Aparicio Saravia que resaltaba de entre otros caudillos. También habia una coleccion de mates finos que daban lastima usarlos.
Y por último, en otro piso estaban en exhibición todas las antiguas herramientas de oficina usadas por el BROU, sentí cierto regocijo al ver que había una maquina de calcular mas un ventilador antiguo igualitos a la que tengo...algún día haré la expo-ferchu de cachivaches antiguos, es una materia pendiente.
Al final, terminamos nuestro recorrido en la Plaza Independencia donde mi hermano cual si fuera turista japones, con camara en mano, le saco foto a cuanto ómnibus o cosa parecida se le cruzara por delante... ante la mirada sorprendida de Mariela, le respondi: -“Y bueh, Linda, es un vicio sano, por lo menos no le dio por drogarse, o robar...”
1 comentarios:
El día que pasaron, lo que vieron, el relato tuyo, impecable.
Pero lo de las pantuflas patito para distraer y que no se sepa el código secreto ...genial
Depués del Código Da Vinci, o de nuestro criollo Código Blanes (del genial Marciano Duran), se viene el Código del patito, del gran Ferchu.
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