3 de noviembre de 2007
Por culpa de Don Tomkinson, quien tuvo la maravillosa idea de plantar estos arboles que largan esas "pelusitas" en esta epoca del año, me sume a la larga lista de damnificados por las nefastas consecuencias que provocan en los ojos especificamente.
Como me ardia el ojo izquierdo, tuve sacarme los lentes de contacto y ponerme los viejos culo de botella que ya creia superados definitivamente.
Preocupado, fui al medico de medicina general que atendia el mismo dia a las 18:00 hs, luego de esperar 2 horas escuchando a una veterana con incontinencia verbal que me hizo dudar si eso era la causa de su consulta o la artrosis que padecia, segun ella. Iba acompañado de un joven de 17 años que alegremente dijo que le gusto estar internado porque la paso barbaro, durmiendo todo el dia y mirando tele de noche...seguro que se mataria con el canal Venus este precoz seguidor de Onan.
A mi costado, estaba una monja alabando y elogiando las virtudes del Circulo Catolico, la hermanita tenia la camiseta puesta, de eso no habia dudas, si le pusiera el mismo enfasis para ganar almas para el Señor, seguro que el numero de ateos en nuestro pais seria menor a la cantidad de votantes de la Union Civica.
En el peor momento de flaqueza animica, presa casi de un estado de nervios y punto de ahocar a esa moja con su propio rosario y taparle la boca a la verborragica veterana con lo que tuviera a mano, el Señor se compadecio de mi y las pueertas del consultorio se abrieron para mi. ¡Aleluya! Exclame, en definitiva los milagros existen.
El galeno me observo con solemnidad y me dijo que fuera al oculista de emergencia porque el en estos momentos no tenia los equipos para evaluarme extendiendome un pase.
Seria las 20:00 horas cuando llegue al sanatorio Juan Pablo II, alli espere como tres horas para que me atendieran, lo tome como una prueba que me envio la divinidad para purificar mi impaciencia y meditar sobre la ultima vez que estuve en este lugar por un uñero que prefiero no acordarme. Que momento lo hize vivir a Mariela.
Sumido en mi revision de vida estaba cuando llego un muchacho con la mano totalmente vendada, habia sufrido un fuerte golpe, tenia fisuras, cortes, dedos quebrados, huesos fuera de lugar, un desastre, el medico que lo habia atendido en primera instancia, le indico que mañana lo operaria, por lo tanto deberia esperar a que viniera la enfermera para hacerle unas curaciones y extraerle una muestra de sangre.
A todo esto, entraba y salia un limpiador medio "delicado" en sus gestos, para mi estaba buscando que alguien lo ayudara con su examen de prostata, porque en ningun momento le vi pasar el lampazo...
Cuando ya estaba resignado a pasar la noche en ese incomodo sillon de los años 60, aparece una joven enfermera a paso seguro, directamente hacia mi con un monton de elementos que elevaron mi nivel de adrenalina como si fuera un auto de formula uno.
-"A ver el brazo..."- Me pidio toda canchera la joven, interpretando mi mirada sorprendida con la de miedo a la jeringa. Miles de ideas pasaron por mi cabeza en un segundo, cuchillo conmigo... no podia creerlo, asi que apenas balbuce: - "mira que yo vine por el ojo irritado".
-"Si, claro...pone el brazito asi..."- me indico con tono de no te va a doler y media sobradora por cierto.
Mi cara deberia ser un poema, porque el muchacho con la mano vendada me miro y empezo a reirse a carcajadas.
La enfermera molesta lo miro y le increpo: -"¿Y tu de que te reis?"-
El muchacho le explico que era el quien se iba a operar mañana y por lo tanto era a él a quien tenia que sacarle sangre y hacerle las curaciones respectivas.
La joven volvio a preguntarle a su compañero a quien tenia que realizar las curaciones y este le indico con un gesto evidente que, le debia realizar las curaciones al muchacho de la mano vendada y no al que estaba esperando al oculista que para esa altura, era un tema de fe, mas de certeza cientifica.
-"Ah, disculpame...ah, entendi mal...que horrible, perdoname..."- fue lo que dijo la enfermera colorada como la sangre que queria sacarme.
Esta vez no estalle de bronca, me rei contagiado por la risa del joven de la mano vendada, pero aproveche para decirle: -"Menos mal que me ibas a sacar sangre y no darme una pichicata, sino me pasabas para el otro lado".-
Luego de unos minutos, aparecio el oculista, en definitiva, el galeno existia mas alla de la fe y otras especulaciones oscuras sobre esta sacrosanta mutualista.
En cinco minutos estaba afuera con indicaciones para curarme la irritacion y un pase para el oculista de policlinico.
Como me ardia el ojo izquierdo, tuve sacarme los lentes de contacto y ponerme los viejos culo de botella que ya creia superados definitivamente.
Preocupado, fui al medico de medicina general que atendia el mismo dia a las 18:00 hs, luego de esperar 2 horas escuchando a una veterana con incontinencia verbal que me hizo dudar si eso era la causa de su consulta o la artrosis que padecia, segun ella. Iba acompañado de un joven de 17 años que alegremente dijo que le gusto estar internado porque la paso barbaro, durmiendo todo el dia y mirando tele de noche...seguro que se mataria con el canal Venus este precoz seguidor de Onan.
A mi costado, estaba una monja alabando y elogiando las virtudes del Circulo Catolico, la hermanita tenia la camiseta puesta, de eso no habia dudas, si le pusiera el mismo enfasis para ganar almas para el Señor, seguro que el numero de ateos en nuestro pais seria menor a la cantidad de votantes de la Union Civica.
En el peor momento de flaqueza animica, presa casi de un estado de nervios y punto de ahocar a esa moja con su propio rosario y taparle la boca a la verborragica veterana con lo que tuviera a mano, el Señor se compadecio de mi y las pueertas del consultorio se abrieron para mi. ¡Aleluya! Exclame, en definitiva los milagros existen.
El galeno me observo con solemnidad y me dijo que fuera al oculista de emergencia porque el en estos momentos no tenia los equipos para evaluarme extendiendome un pase.
Seria las 20:00 horas cuando llegue al sanatorio Juan Pablo II, alli espere como tres horas para que me atendieran, lo tome como una prueba que me envio la divinidad para purificar mi impaciencia y meditar sobre la ultima vez que estuve en este lugar por un uñero que prefiero no acordarme. Que momento lo hize vivir a Mariela.
Sumido en mi revision de vida estaba cuando llego un muchacho con la mano totalmente vendada, habia sufrido un fuerte golpe, tenia fisuras, cortes, dedos quebrados, huesos fuera de lugar, un desastre, el medico que lo habia atendido en primera instancia, le indico que mañana lo operaria, por lo tanto deberia esperar a que viniera la enfermera para hacerle unas curaciones y extraerle una muestra de sangre.
A todo esto, entraba y salia un limpiador medio "delicado" en sus gestos, para mi estaba buscando que alguien lo ayudara con su examen de prostata, porque en ningun momento le vi pasar el lampazo...
Cuando ya estaba resignado a pasar la noche en ese incomodo sillon de los años 60, aparece una joven enfermera a paso seguro, directamente hacia mi con un monton de elementos que elevaron mi nivel de adrenalina como si fuera un auto de formula uno.
-"A ver el brazo..."- Me pidio toda canchera la joven, interpretando mi mirada sorprendida con la de miedo a la jeringa. Miles de ideas pasaron por mi cabeza en un segundo, cuchillo conmigo... no podia creerlo, asi que apenas balbuce: - "mira que yo vine por el ojo irritado".
-"Si, claro...pone el brazito asi..."- me indico con tono de no te va a doler y media sobradora por cierto.
Mi cara deberia ser un poema, porque el muchacho con la mano vendada me miro y empezo a reirse a carcajadas.
La enfermera molesta lo miro y le increpo: -"¿Y tu de que te reis?"-
El muchacho le explico que era el quien se iba a operar mañana y por lo tanto era a él a quien tenia que sacarle sangre y hacerle las curaciones respectivas.
La joven volvio a preguntarle a su compañero a quien tenia que realizar las curaciones y este le indico con un gesto evidente que, le debia realizar las curaciones al muchacho de la mano vendada y no al que estaba esperando al oculista que para esa altura, era un tema de fe, mas de certeza cientifica.
-"Ah, disculpame...ah, entendi mal...que horrible, perdoname..."- fue lo que dijo la enfermera colorada como la sangre que queria sacarme.
Esta vez no estalle de bronca, me rei contagiado por la risa del joven de la mano vendada, pero aproveche para decirle: -"Menos mal que me ibas a sacar sangre y no darme una pichicata, sino me pasabas para el otro lado".-
Luego de unos minutos, aparecio el oculista, en definitiva, el galeno existia mas alla de la fe y otras especulaciones oscuras sobre esta sacrosanta mutualista.
En cinco minutos estaba afuera con indicaciones para curarme la irritacion y un pase para el oculista de policlinico.
Otra que treta o truco..¡Que noche de Halloween, Valor!
3 comentarios:
Odisea y pico, eh.
Lo del muchacho y la confusion de la enfermera es de película, de una comedia genial, jaja.
Vos te das cuenta que podrías estar tocando el arma o al menos internado por una negligencia así??? Qué horror si uno se pone a especular...ufff menos mal que estaba el otro muchacho cerca...
tomkinson! tomkinson era el hijo de puta...!!!
estuve años intentando averiguar quien habia sido el sorete...
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