10 de octubre de 2006
El sábado salí con unos amigos a “patrimonear” y disfrutar del día maravilloso que nos regaló la madre naturaleza.
Yo fui el último en sumarme aquel equipo expedicionario, dado que trabaje hasta la una de la tarde, para colmo, ninguno de los ómnibus que pasaban entraban a la Ciudad Vieja, así que decidí caminar hasta el punto de encuentro.
Entrando al puerto de Montevideo, me topé con la vieja locomotora que, como una guía más, iba mostrando el puerto a los más jóvenes con su andar singular, y reviviendo historias con los más viejos al mismo tiempo.
Seguí mi camino hasta llegar al Capitán Miranda, el buque escuela de nuestra Armada Nacional, una joyita el velero.
Para ese entonces, el grupo ya había abordado la nave y como la cola para subir era larga como esperanza de pobre, decidí esperar al grupo en tierra firme.
Cuando por fin nos encontramos, espantado supe que todo el grupo estuvo en grave peligro de vida, ya que según Laura “Defe” (viste Defensor no solo es una piscina, también tiene hinchada), el barco casi zozobra de costado, aunque Martín Sartohu estuviera del otro lado haciendo contrapeso (menos mal que no subí, sino se iba a pique en serio) simulando hacerle una nota al capitán del barco. Tampoco la convenció las palabras del guardia marina para tranquilizarla que todo estaba dentro de los parámetros normales... sí, fíate y no corras, seguro pensó Laura, el capitán del Titanic también decía que no pasaba nada cuando chocó contra un iceberg y mira como terminó.
Pasado el peligro, nuestro apetito se despertó y como fieras en busca de una presa, salimos del puerto para comer algo en algún lugar tranquilo.
Mientras subíamos para alcanzar la calle Sarandi, me llamó la atención que un bar emblemático como “El perro que fuma” estuviera cerrado. También pude apreciar lo linda de algunas construcciones que, cotidianamente uno pasa enfrascado en otras cosas y no se detiene apreciar ese tipo de detalles, como el edificio del Discuont Bank, sobre una de sus esquinas tiene unos angelitos.... seguro que forman parte de un código secreto para advertirnos que lo único de yeso en los bancos son los angelitos.
En nuestro camino pasamos por un medio tanque, donde “la Colorada”, obnubilada totalmente por el hambre no reparó en las manos de mecánico del asador y del color de la mercadería asándose, es más, me animaría afirmar que en algunos chorizos, todavía le colgaba la patente canina.
Deambulamos hasta llegar el bar Copacabana que había puesto mesitas en plena peatonal Sarandi (esquina Misiones), dando una visión interesante que gusto a todos los presentes y allí acampamos sin más rodeos.
Luego de esperar un rato largo, apareció el mozo con los menú y siguiendo prescripciones médicas encargué una ensalada muy rica de vegetales que me hizo olvidar otras delicias proscriptas de mi dieta hasta nuevo aviso o hasta un incontrolable ataque de ansiedad.
Cuando llego el momento de pagar salto el problema, en la hoja del menú del día decía un precio y en otra parte de la carta otro; tras idas y venidas del mozo, se nos terminó cobrando por el importe en la hoja del menú, a pesar que esos precios fueran arrancados groseramente en un intento burdo de deshacerse de las pruebas del delito. Nos cobraron sí, los pancitos, antiguos como la ford A del Correo que estaba en exhibición a unos metros. En fin, les sugiero que si quieren tomar algo en la Ciudad Vieja, no vayan al bar Copacabana, los precios allí sufren cambios repentinos, tal vez, se deba a un rebrote inflacionario que afecta solo a la esquina de Sarandi y Misiones.
Luego, visitamos la casa de CUTCSA, que hermosa edificación, las maquetas de los ómnibus estaban muy bien hechas, muy exactas.
Allí estaba un amigo de mi hermano, otro adicto a los ómnibus, envuelto en un delirio omnibuslogico me alcanzó a saludar, para luego volver a perderse en una orgía de fotos de esos vehículos de transporte. Aprovecho la oportunidad para confesarme que, de niño, mi hermano me usaba sin escrúpulo alguno para sacarme fotos de ómnibus y no hubo INAU que me salvara....¡no existía, como ahora!....tá, no digo mas nada porque sino me denuncian por intento de arrebato de la manzana acaramelada a Avrilita.
Después fuimos a la casa de Don Fructuoso Rivera, allí en la entrada estaba el profesor Celiar Mena Segarra, del cual atesoro una basta colección de unos, intenté acercarme pero él se retiró, tal vez me reconoció y tuvo miedo que le pidiera unos más.
Una vez dentro, vimos todo tipo de objetos históricos, llamándonos las atención un juego de cartas de la época de la independencia muy bien conservadas, estaban hechas a mano por un sacerdote con mucha paciencia e imaginación. Después de todo la timba y la Iglesia no son cosas tan disímiles como parece, porque en ambas hay que tener Fe y Esperanza.
Mirando los óleos de los distintos personajes históricos, me detuve en Lecor, como lo dije una vez, lo vuelvo a decir: ¡Qué pinta de chanta que tenía el hombre!. Me lo imagino a Lecor con una botella de caña en una mano y en la otra agarrando de la cintura a una china querendona. ¡Que facha de fiestero que tenia don Lecor, seguro que se prendía a cuánta joda habría!. Y del dueño de casa mejor ni hablar, traicionó a Artigas, mató a los indios, fundó el partido colorado...hay pistas firmes que también era hincha de Peñarol.
A la salida nos encontramos con el resto del grupo que, no entraron debido a que le pidieron con esa simpatía característica de los empleados públicos que, Gabita tenía que dejar en una especie de ropería la mochila, entonces la Colorada, reaccionando en forma directamente proporcional al pedido, se calentó y no entró nada. Los demás en solidaridad tampoco entraron ¡toma para vos y tu tío Fructuoso!
De allí pusimos dirección hacia el templo ingles a expiar nuestras culpas por haber visitado la casa de Rivera.
El templo Ingles, pertenece a la comunidad Anglicana y por eso, no me extraño que una mujer sacerdote estuviera en la puerta repartiendo folletos e invitando a la misa para “uruguayos”, realmente no sabía que había una misa especial para nosotros ¡Atento Cotugno!....me pregunto si se tomará la comunión con mate y tortas fritas, la verdad, no tengo ganas de averigüarlo, los sermones del cura Zieba me vacunaron contra cualquier tipo celebración de estas características..
Nunca imaginé la belleza de ese templo, los asientos típicos de otra época y de otra cultura. Al costado del altar mayor estaba un veterano ejecutando con solemnidad el órgano que te ponia los pelos de punta y los vitraux con motivos religiosos exquisitos. En la paredes estaban varias placas recordatorias, entre ellas reconocí los nombres de los tres cruceros ingleses que se batieron con el Graff Spee.
Decidimos descansar un poco y en ese momento Mariela y Laura, decidieron dedicarse a visitar los baños como una forma original de vivir el día del patrimonio.
Nos contaron que el baño del Templo Ingles no estaba muy católico y claro estaba visto, si la iglesia pertenece a los Anglicanos.
Luego decidieron visitar el baño de Mac Donalds, para comparar los estilos Anglosajón y Norteamericanos, pero para sorpresa de ellas, había que hacer una cola interminable de mujeres con iguales intereses, entonces, fueron a otro, y salieron rápido porque al parecer hubo un crimen perpetuado por un asesino serial, porque dijeron que habia varios "cadaveres" en el baño. Hasta por fin, de pesadas se metieron en el baño masculino del museo de Torres Garcia y pudieron admirar los azulejos decorados por el propio artista una tarde cuando escaso de papel higiénico decidió explorar otras posibilidades artísticas, con los elementos que tenía a mano.
Al final llegamos a la plaza independencia, donde apreciamos unas esculturas hechas con papel de diario muy buenas; pero el que nos convenció a Mauri y a mi, fué el hombre Redoxón, nos acercamos a él, buscando su bendición que nos alejara de las endemoniadas gripes y congestiones, terminando así nuestro odisea partrimonial.
5 comentarios:
juajuajuajuajuajuajua, me morí de la risa con tu comentario... porque es tal cual jajajajaja
no te lo permito cuñadoooo...si esta divino todo pochoncito el!!
jajaja.. Muy bueno todo el comentario. Lo iba leyendo y me imaginaba cada cosa, muy cómico, che.
Horne acal, habla en español, valor gracias
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